El precio (real) de los sindicatos.

Image

— Está de moda echar mierda sobre los sindicatos. Mucha mierda. Tanto el currante como los grandes medios de comunicación (propiedad de las grandes fortunas neoliberales), por ejemplo seleccionando para publicar las cartas al director que más agresivamente atacan a los sindicatos. Aquí no voy a rebatir ninguna de esas críticas, a poco que estén fundadas, son legítimas y por tanto necesarias.

— Si os fijáis bien, criticar a los sindicatos en bloque consiste en simular una alta indignación moral (la justa cólera del español sentado), para tapar la vergüenza de no estar sindicado, la vergüenza de no participar en su financiación para que no dependan de poderes peligrosos como el Estado, la vergüenza de no hacer huelgas por cobardía o por no perder dinero (sí, hacer huelga es arriesgado, y el miedo es libre). Tapo mi vergüenza simulando indignación.

— Dicho de otra forma: «A MI QUE ME SALVEN LOS SINDICATOS», y si no me salvan, o tienen la osadía de pedirme cooperación, me pillo un berrinche. Infantil total.
¿Cómo van a salvarnos o ayudarnos sino nos afiliamos, no los financiamos, no vamos a sus asambleas, no leemos ni divulgamos sus circulares, no hacemos una puta huelga, y encima contribuímos entusiastas a desprestigiarlos, haciéndole el juego a la patronal, NUESTRO ENEMIGO?

— Asumidlo: SOMOS SUBNORMALES. La patronal y el gobierno deben de descojonarse de nosotros los asalariados hasta hartarse. Creo que haríamos bien en ir practicando la genuflexión y las fórmulas de sumisión (ponernos una correa de perro al cuello, por ejemplo).

— Deberíamos apoyarlos, defenderlos, y LUEGO, exigirles todo lo que haga falta. Pero EN ESE ORDEN preciso, o nos quedaremos sin ellos. Abre los ojos: no existe lucha individual que haya conseguido derechos laborales.

— Somos suicidas: el «A mí que me salven, porque no pienso luchar ni arriesgar nada» es profundamente infantil.

(«No hago huelga, pero me apropiaré en silencio de cualquier ventaja que consigan los que se la jugaron y dieron la cara»)

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a El precio (real) de los sindicatos.

  1. Pingback: El precio real de los sindicatos

Deja un comentario, alabanzas, amenazas de muerte, críticas...